jueves, 6 de mayo de 2021

MID BOGOTÁ


 

En tiempos en que el mercado de la música amenaza con homogeneizar todos los sonidos y en el que los documentales musicales se repiten entre sí como piezas publicitarias, aparece como un OVNI en medio de un campo lleno de hongos alucinógenos, este documental sobre los Síquicos Litoraleños (también conocidos en la provincia argentina de Corrientes como “El Pink Floyd de los pobres”). Esta película retrata de forma tangencial la historia de este grupo musical vanguardista, mientras se permite todo tipo de digresiones que incluyen entrevistas a un ufólogo aficionado, reflexiones sobre el origen extraterrestre de los hongos o un viaje a Vietnam. Con una estructura por capítulos que explora diferentes aspectos del mundo que rodea a esta particular banda de chamamé psicodélico, Encandilan luces… nos acerca a una región remota de la Argentina, llena de personajes estrafalarios y entrañables, que sustentan una vibrante escena musical en los márgenes de la gran industria discográfica.

Reseña: Camilo Villamizar

https://www.midbo.co/21/peliculas/imagenes-en-construccion/encandilan-luces/

sábado, 1 de mayo de 2021

Rockumentales (La Vida Útil)


 

por Alejandro Cozza

Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños

Los rockumentales podrían dividirse en dos categorías centrales -no únicas, pero sí las más usuales- en relación a sus criterios formales. Por un lado, el modelo expositivo clásico de factura cuasi televisiva que se mencionaba en la primera entrega de estos textos. Una modalidad que centra su interés en lo que una banda pueda relatar sobre su historia y sus particularidades, y en donde el realizador es omnisciente y abusa de las cabezas parlantes, el material de archivo, las voces en off informativas y alguna que otra recreación más o menos inspirada. En la otra vertiente, mucho más interesante, el realizador busca adecuar las formas documentales al espíritu musical que identifica a la banda. Aquí entramos en el lodoso terreno de lo interpretativo, en donde se busca adaptar un lenguaje a otro; el director, despojado de cualquier pretensión autoral, deja de lado su estilo para amoldarse al de la banda o intérprete. O, en todo caso, busca un punto intermedio en donde las intenciones artísticas del cineasta sean bastante compatibles con las del músico que intenta representar. ¿Ejemplos? Los rockumentales de Jim Jarmusch sobre Neil Young & Crazy Horse o sobre The Stooges. También la habilidad de Gastón Solnicki para interpretar la particularidad compositiva de Mauricio Kagel en Süden: un músico que encuentra sonidos e interpretaciones musicales en lo más banal de la vida cotidiana, y que Solnicki intenta emular siguiendo con su cámara a una de las cantantes al odontólogo. 

Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, el rockumental que nos ocupa en esta ocasión, es un claro ejemplo de esta última. Un grupo de jóvenes inadaptados en un contexto inusual (Curuzú Cuatiá, una ciudad de la provincia de Corrientes alejada de todo centro de poder cultural que no sea la música folclórica) que, lejos de renegar de su entorno e irse a probar suerte a la capital, parecen querer fundirse con su paisaje (geográfico y social) y, desde esas raíces musicales (el chamamé), transportarlo a un terreno de experimentación psicodélica (“chipadélica”, según ellos). En Curuzú Cuatiá el avistamiento de luces extrañas -la ufología como su pseudociencia- está en el ambiente popular, los hongos alucinógenos crecen como pasto y ambos son materia prima compositiva para el grupo, que por algo carga el mote de “los Pink Floyd de los pobres”. Cuando Gallo Bermúdez conoce a la banda entiende que hay algo absolutamente novedoso y libre en este grupo de desfachatados que salen al escenario cubiertos con máscaras y atuendos extraños (una cruza entre Captain Beefheart y The Residents con Tránsito Cocomarola, como se menciona en un momento; y Zappa, agrego yo, también a los Beach Boys del Pet Sounds) para que nadie supiese mucho sobre su identidad, y decide seguirlos obsesivamente. Esa ausencia de egos deja lugar a una locura desatada  difícil de encasillar por estar alejada del usual personalismo tóxico del star system rockero. Esto los salva del “pomelismo”. 

Atendiendo el carácter esquivo de los integrantes de la banda, Bermúdez incluye una serie de entrevistados que puedan echar luz sobre su fenómeno (acotado y muy regional, pero fenómeno al fin): desde periodistas y críticos reconocidos de Buenos Aires a intelectuales locales (sic, uno de los mejores chistes del documentales es rotular así a un correntino que no tiene nada que decir más que enredarse en conceptos plagados de lugares comunes) y hasta un biógrafo curuzucuateño tan improvisado como supuestamente oportunista. Hay mucho en Encandilan luces que suena a exageración o lisa y llana ficción, como la rivalidad con Cristian Osorio, líder de otra banda correntina llamada Los Saltimbankis, quien habría hecho carrera copiando temas y estética a Los Síquicos. La banda misma en su indefinido y ondulante hermetismo alimenta este tipo de leyendas. 

Las ocurrencias se suceden sin más orden narrativo que el de unos capítulos impuestos por montaje que busca infructuosamente organizar el caos, casi como una ironía más del metraje. Un “eje narrativo” es la divertidísima historia de la pérdida de sus guitarras en un chiquero, lo que habría generado (luego de la ingesta de hongos) que la banda abra sus puertas de la percepción (sic) a crear música con otros elementos menos ortodoxos. Resaltar dichas locuras podría resultar condescendiente, pero eso aquí no ocurre: los recursos formales que Gallo Bermúdez utiliza con astucia forman un collage de variados registros de video (muchos caseros) con calidades mutantes, un low-fi visual muy a tono con la banda. Con un montaje frenético, que siempre prefiere ocultar antes que revelar, en donde el foco está más en la gente que los ve y queda desorientada y el entorno campesino que en las devoluciones de la crítica especializada. Una forma de retratar la humildad de una banda que elige confrontar su música por sobre todas las cosas con la gente de su pueblo. Nunca hay autobombo sobre su arte, más bien todo lo contrario: Gallo Bermúdez insiste en fundirlos con el paisaje curuzucuateño haciendo al mismo tiempo y de un solo saque una gran película sobre la idiosincrasia de un lugar. Una gira por el interior provincial, por ejemplo, los encuentra subidos a un tráiler tirado por un camión devenido en escenario que sirve para la irrupción sorpresiva y diurna de su música en cualquier calle de tierra de alguna población X con los (pocos) lugareños como destinatarios ocasionales de su música. 

Los fragmentos finales encuentran a la banda estirando su influencia hacia un más allá radicalmente opuesto a toda idea de normalidad, incluso para sus “anormales” reglas (y contradiciendo su fuerte localía): Dick el Demasiado, ese extraño músico experimental holandés/argento, se fascina con ellos y les arma una gira por Europa que arranca por Holanda y en donde su “chamamé futurista” es venerado en los circuitos reducidos de la música más culta y experimental. Cuenta la leyenda (parece que real esta vez) que Alejandro Gallo Bermúdez vendió su auto para pagarse los pasajes y seguir a la banda en dicha gira pero, en vez de entender tal gesto como un triunfo de la música de Los Síquicos, se entiende ese viaje como un chiste que está llegando demasiado lejos. De un paisano de Curuzú a un adolescente indie de Rotterdam. Esa gira cambia poco y nada la idiosincrasia de la banda. Como el propio Dick el Demasiado dice, podrían haber tenido mucho más éxito a partir de ahí, pero parece que Curuzú Cuatiá tiene algo mucho más poderoso que los hongos y la ufología, el mate y la siesta, y eso tira más que yunta de bueyes. Los Síquicos nunca “la pegarán”; Gallo Bermúdez, menos (imagino que nunca recuperó el dinero de su auto), y al final del metraje tampoco sabremos mucho más sobre el paradero de los integrantes de la banda; ellos nunca serán entrevistados.

Hay un acting deliberado en hacer lo contrario de lo que se esperaría de una banda de rock fusión que da a Los Síquicos su fuerte personalidad, tanto como su música. Es un juego de ida y vuelta en donde se saben venerados por un sector especializado del establishment que quiere sacar notas ubicándolos en casilleros (la nueva música del Litoral que trae aires frescos a la escena nacional), pero al mismo tiempo repelen esa idea. En definitiva, lo que retrata Alejandro Gallo Bermúdez y da absoluta coherencia al todo es el gran corte de manga que ellos le hicieron siempre a esa industria musical y al exitismo artístico. Encandilan luces puede que sea de las mejores películas argentinas de los últimos años, pero obviamente está también a kilómetros de todo lugar de autentificación dentro de la industria cinematográfica local y pasará de largo bajo todo radar de reconocimientos, por más merecido que estos sean. Banda y película aunadas en mandar a la mierda a las industrias de legitimación. 

http://lavidautil.net/2020/04/15/rockumentales-3/

lunes, 26 de abril de 2021

LOS ENMASCARADOS TIENEN SUS RAZONES (Roger Koza)



Apenas se vio y es una película gloriosa sobre un grupo de música cuyo solo nombre ya reclama curiosidad.

Para los iniciados, o los devotos de las expresiones musicales menos confiscadas por la industria del espectáculo, Los Síquicos Litoraleños constituye tanto un mito regional como una singularidad empírica del devastado escenario del rock argentino, ya un remedo de sí, en el que diversos grupos musicales se suceden intentando en el mejor de los casos sonar bien y complacerse en cierta respetabilidad cosechada por giras y temas musicales. Por otra parte, los músicos han aceptado la contingencia de su época: lo concreto de un concierto y la volatilidad de sus registros que están en todos lados y en ninguno definen la experiencia de hacer música. 

Lo que llegó a filmar Alejandro Gallo Bermúdez es una experiencia crepuscular, o más bien la crisálida de una materia a otra en el mundo de la música. La transición estética que comprende el paso de una época analógica a otra digital se puede advertir en el film con suma precisión. Sería imposible saber de la existencia de Los Síquicos Litoraleños sin la aparición de internet, del mismo modo que sería inimaginable si no existiera una amalgama distorsionada entre los miembros de la banda y el ecosistema regional que define el nombre del grupo, como también la precariedad del urbanismo de la ciudad en la que viven. Alguien invoca en el transcurso del film dos términos para discernir lo inusual del grupo: naturaleza y cibernética. Esos términos no se explican, pero organizan la puesta en escena. El campo abierto y la navegación por internet coexisten.  

En ese devenir, tan determinante para el cine como para la música, el objeto elegido es la misteriosa historia de un grupo de chamamé futurista. Así lo define un hombre presentado como un intelectual de Curuzú Cuatiá, la ciudad de Corrientes de la que provienen Los Síquicos. No es la única voz que intenta definir la música del grupo. Periodistas porteños y litoraleños, músicos correntinos como también de Buenos Aires y Ámsterdam, productores europeos, lutieres curuzucuateños, ufólogos y micólogos, y asimismo amigos y vecinos añaden una perspectiva sobre el grupo y el contexto del que provienen, como también se llega a conjeturar las influencias y el legado de este. Todos dicen algo relevante, pero nadie consigue develar el misterio de la formación. Y menos aun el propio Gallo Bermúdez, quien decide con astucia proteger el misterio de la banda y multiplicarlo.

El procedimiento es inteligentísimo. Cuando el cineasta no acopia testimonios diversos, acompaña a los músicos; estos se dejan filmar en sus ratos libres y en distintas presentaciones. Gallo Bermúdez los sigue metódicamente por mucho tiempo y en escenarios diversos. Puede ser en una localidad de Corrientes, en un show en Buenos Aires o en una gira europea en la que Los Síquicos Litoraleños se presentan sin hacer concesiones de ningún tipo ante audiencias holandesas, inglesas, belgas y francesas. Casi siempre están enmascarados, ninguno asume un liderazgo y tampoco expresan el deseo de decir quiénes son y qué hacen.

El mutismo grupal es decisivo, no menos que su política de evanescencia, como si los músicos existieran solamente en los conciertos, en los discos y en los videos en YouTube. En este sentido, hay un personaje clave en el film, un hijo estético de la banda, Cristian Osorio, líder alguna vez de Los Saltimbankis y después de Krishna y los Extraterrestres. Es un músico talentoso, pero un artista demasiado preocupado por definir quién es, qué hace y cómo evoluciona su estilo. Una declaración en el epílogo prodiga la cifra de todo: a este le interesa la respetabilidad de su música; el reconocimiento no le es indiferente y disfruta ser un partícipe de la escena musical. Será un miembro destacado del underground, pero es un miembro periférico del espectáculo. En ese contraste jamás subrayado pero sí expuesto se dirime la política de la banda y sus miembros, de la que nada trasciende, excepto que uno de ellos vendía libros. En esa economía austera de información, el film conjura la falsedad del espectáculo y se guarda para sí la verdad estética de una expresión musical que se erige en el ocultamiento de la identidad de quienes la ejecutan, acaso una condición de posibilidad para registrar el placer de los músicos en cada oportunidad en que tocan. 

En dos ocasiones, entrevistados de distintas nacionalidades comparan a Los Síquicos Litoraleños con Pink Floyd y suman un énfasis semántico que pareciera desentrañar con justicia la identidad musical de la agrupación: “Pink Floyd de los pobres”. La cadencia amable de los ritmos litoraleños, la desobediencia tonal de las canciones, la elección instrumental y la indumentaria circense y campesina de Los Síquicos Litoraleños no tienen absolutamente nada en común con la banda inglesa aludida. No los une ni la estética musical ni la pretérita posición antisistema de los creadores de The Wall. Es otra cosa, pues se trata de un fenómeno sonoro y melódico que se resiste a la clasificación. He aquí otra belleza de la banda y su irreductible poética (low fi, como califican erróneamente los europeos), la cual puede apropiarse de tonalidades extrañas y trabajar en cortes abruptos y sofisticados que niegan un presunto primitivismo musical ligado a lo tribal.

Dada esa descripción del grupo, hay que decir algo más sobre el film: su hermosura radica en la mímesis con la que aborda su objeto. Su montaje es tan preciso y riguroso como los cortes de la banda, sus planos pueden ser tan crudos como elegantes, y todo eso lo disimula como si se tratara de un simpático documental sobre una banda de rock que solamente puede interesar a los entendidos en la materia. Pero aquí late, en verdad, el cine más irreverente y libre, el que no cosecha medallas ni galardones, pero que vindica la gran tradición de ir a filmar lo anómalo y lo descuidado, allí donde el asombro aún puede resplandecer frente a un mundo demasiado visto y oído.

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Encandilan Luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, Argentina, 2019. Dirigida por Alejandro Gallo Bermúdez. Escrita por Gallo Bermúdez y Santiago Van Dam.

Roger Koza / Copyleft 2020

http://www.conlosojosabiertos.com/encandilan-luces-viaje-psicotropico-con-los-siquicos-litoralenos/

 

jueves, 22 de abril de 2021

“Destellos y chamamé psicodélico en Curuzú Cuatiá” (Revista Caligari)



En Encandilan luces. Viaje psicotrópico con Los síquicos litoraleños Alejandro Gallo Bermúdez sigue las huellas de la emblemática banda de chamamé psicodélico nacida en Curuzú Cuatiá- la Liverpool del chamamé como la llaman algunos- provincia de Corrientes. En este rockumental nada convencional lo bizarro, lo improbable e inexplicable se vuelven rasgo distintivo de su estética y poética.

Desde hace años Gallo Bermúdez registra las presentaciones de Los síquicos litoraleños luego de escucharlos en vivo y quedar encandilado ante un show de sonido y estética psicodélica. El director no es el único que sufrió esta suerte de encantamiento, también lo sintieron muchos jóvenes músicos de Curuzú Cuatiá que se vieron profundamente influenciados por el sonido y la estética de Los síquicos.

Si los rockumentales intentan develar el misterio que se esconde detrás del éxito de bandas y músicos, en Encandilan luces el proceso parece ser absolutamente el opuesto: no debelar el misterio. A pesar de los testimonios que brindan allegados y especialistas del chamamé y del rock, la voz de los protagonistas permanece en las sombras, solo se manifiesta a través de su música y presentaciones. La mística que se genera en torno a ellos también se construye a partir de relatos de espectadores casuales. Al separarse del registro riguroso y la construcción de un relato lineal queda algo de espacio para la ficción. El espectador por momentos puede incluso dudar de la verosimilitud de algunos hechos ya que se escinden elementos centrales que ayudarían a comprender como ocurre el recorrido y el crecimiento de la banda que concluye en una gira en ciudades europeas. A través de esta acción deliberada de omisiones, este zigzagueo en torno a la historia lineal, el director pone en duda la verosimilitud del registro documental. Logrando que por momentos el espectador llegue a preguntarse: ¿no estaremos frente a un falso documental? No solamente se establece un cruce entre documental y una posible ficción, también se despliega una mixtura de géneros que abarcan desde la comedia hasta la ciencia ficción. El resultado es una narración que escapa de la solemnidad, llena de libertad creativa y experimentación.

El proceso de hacer una película puede ser un acto amoroso y es tal la compenetración y admiración del director hacia sus personajes que el propio proceso creativo de la película comienza a amalgamarse con el de Los sónicos. El cambio afecta a ambas partes, que de forma paralela dan el salto de lo amateur a la profesionalización. Lo notable es que no pierden la frescura de esos primeros sonidos e imágenes en el traspaso, el espíritu de hazlo tu mismo permanece intacto. Las imágenes grabadas en Mini DV conviven con imágenes de mayor calidad, el sonido grabado en soportes caseros se fusiona con grabaciones más fieles. La afinidad también es estética y poética, tanto la banda como el director se valen de una multiplicidad de referencias, soportes y texturas, logrando una nueva reinterpretación y apropiación de todos esos elementos diversos que confluyen en un collage psicodélico y alucinante. Desde lo lúdico y experimental, a tientas, sin un plan previo ni estructuras rígidas Gallo Bermúdez sigue genuinamente esa luz que tanto lo ha encandilado.

Por Belén Paladino, para Revista Caligari.

https://caligari.com.ar/encandilan-luces-viaje-psicotropico-con-los-siquicos-litoralenos2019-de-alejandro-gallo-bermudez/

martes, 2 de marzo de 2021

"How You See Is What You Get" by Lola Beraldi

 


Every story results from the tension between form and content. But these rarely deviate from the usual. In the film Dazzle Lights, the viewer is confronted with a radical blurring. Read an essay about the possibilities of surreal and nonlinear narrative.

The dance between form and content alters the course of a message, but also its very electricity and affiliation to the underlying story. The documentary form provides a clear setting for such a dance. A narrator unravels insights onto the life and tribulations of their subject. Stylistic tools, like off-camera narration, complementary cutaway shots, or chronology of interviews, support the logic of sequential storytelling.

The objectives of a documentary are to define, explain, shine a light, create a narrative, and illuminate reality. The form of how the story is delivered accompanies a process of gradual elucidation in grasping the why, who, what, and where. Yet when the subjects of a documentary are more surreal than real, and their very ethos is to not be defined, a storytelling dilemma emerges. Why stick to the traditional form if it doesn’t appropriately reflect reality?

From Amusement to Rejection

The filmmaker Alejandro Gallo Bermúdez took on this challenge with his film Dazzle Lights, in which he attempts to capture the tale of chamamé folk agitators Los Síquicos Litoraleños. These musicians are as bewildering as they are daring, crunching through Northeastern Argentina with patched-together instruments, creating experimental waves of shamanic cumbia folk. They provoke a range of reactions in local villagers, from amusement to enthusiasm to downright rejection and confusion.

These cryptic and extravagant people call for alternative ways to illustrate their antics. As such, the documentary finds ways to adapt and innovate by blurring the separation between form and content, allowing a more authentic worldbuilding that reflects surrealism, fascination and confusion.


Filmstill: «Dazzle Lights», Alejandro Gallo Bermúdez, 2018.

When Is the Song Starting?

Dazzle Lights shies away from a linear, digestible narrative, and instead settles on the bemused and divided impressions of those who orbit around the band’s sound: «they bring chamamé to rock, or something like that»; «they interpret the future»; «just four or five wackos»; «futuristic shamans»; «I didn’t understand anything»; «when is the song starting?»; «people in costumes with weird music». To describe their music in their own words, the Síquicos Litoraleños use chipadelica.

The film makes no pretense of answering questions. Instead it brings together footage in the style of a travelling circus. Bermúdez merges lo-fi and high quality images with testimonials from confused locals, galvanized journalists, and UFO sighting enthusiasts. By disrupting intuitive patterns of interpretation, he brings us closer to the dissonant, facetious truth of the film’s protagonists – and leaves us with plenty more questions.


Lola Baraldi is an event planner and writer publicly focusing on music and privately on poetry. Her mission is one of diffusion and transmission of the arts, with special love for electronic music and street art culture. As a master’s student in cultural and artistic management, her focus is on socially inclusive cultural policy.


https://norient.com/lola-baraldi/how-you-see-what-you-get

martes, 19 de febrero de 2019

Entrevista al director Alejandro Gallo Bermúdez - Revista Caligari


¿Cuándo y cómo llega a vos la idea de hacer este documental?
Cómo todo en esta vida, toparme con Los Síquicos Litoraleños fue una sumatoria de hermosas casualidades. En 2005 trabajaba en Buenos Aires después de estudiar Imagen y Sonido en el UBA, y un día me invitan a una fiesta en una vieja fábrica de Parque Patricios, organizada por el holandés Dick El Demasiado, llamada Festicumex. Justamente era la primera vez que Los Síquicos tocaban afuera de Curuzú Cuatiá, y yo estaba ahí. Fue una noche que marcó mi vida. Nunca había escuchado ni visto algo así. Desde el interior profundo, traían un nuevo sonido, único, fascinante. No estaba seguro si era real lo que había visto o si había sido un sueño. Durante mucho tiempo no supe más nada de ellos, hasta que un día, gracias al Profeta Youtube, los busqué y encontré unos videos increíbles de ellos tocando en escenarios rurales de Curuzú. Me contacté con ellos por esa vía, y comencé a ayudarlos con Dafne Narváez (mi novia de ese momento), en las pocas fechas que hacían en Buenos Aires, promocionando las tocadas, haciéndole visuales durante sus shows, y por supuesto, filmándolos. En el 2009 los encuentran de un sello holandés llamado WORM y los invitan todo pago a realizar su primera gira, que resultó ser por Europa. ¿Y yo qué hice? Vendí mi auto, me compré una cámara hdv, un pasaje y los seguí durante toda su travesía. No me lo podía perder.


¿Cómo fue el proceso de investigación y guión junto a Santiago Van Dam?¿Cuánto tiempo duró en total la realización de Encandilan luces?
El aporte de Santi Van Dam fue muy enriquecedor, ya que era alguien externo con una mirada fresca y más objetiva. Lo incorporé durante el Concurso Raymundo Gleyzer, organizado por el INCAA, donde el proyecto quedó seleccionado en el 2013 por la región NOA. Yo venía muy enfrascado en una película más superficial, una película hecha por un fanático. Su gran don es que le encanta charlar, y comenzamos a charlar mucho del documental, de qué se trataba, qué imagenes disparaba. Y así surgió esto de profundizar en el “debate cultural” que plantea la película, ya que Los Síquicos iniciaron en su región una rupturista escena musical, de la cual deciden permanecer afuera. El documental reflexiona sobre eso, sobre el camino o el no-camino del hacedor para desarrollar su potencial, sea músico, arquitecto, o panadero. Hace poco Santi me dijo que la película es una “fábula sobre el éxito”. Me gusta esa definición.
Desde 2009 (cuando los invitan a Europa y es un poco el puntapié para hacer el documental) hasta hoy pasaron 9 años. Por supuesto hubo muchas intermitencias en el medio, no es que estuve todos estos años filmando. Fui padre, puse una productora en Salta, construí mi casa. La vida.


¿La banda se prestó en seguida a participar? ¿Cómo se tomaron tu interés?
Al comienzo simplemente los filmaba durante sus shows, y a ellos les gustaba mucho que queden esos registros, que luego se los compartía para subir a Youtube. En 2009 fue la primera vez que conviví con ellos, y ya no sólo los filmaba durante las presentaciones en vivo, sino también en situaciones más cotidianas, que por supuesto no servían para nada, principalmente porque ellos no estaban cómodos, lo que me llevó a repensar la manera de retratarlos. Desde un comienzo les entusiasmó la idea de hacer un documental, participaron activamente en todas las etapas, sugiriendo ideas, seleccionando partes musicales donde les parecía que sonaban realmente bien. Siempre les fui mostrando los diferentes cortes que ha tenido la película. En estos años se han transformado en mis amigos, mis hermanos, y más allá de que quizá alguna parte del docu no les entusiasma del todo, siempre respetaron mi visión de director.


No hay una intención de abordar las vidas personales de estos personajes, sino más bien los acompañás y retratás desde las entrevistas y las imágenes. ¿Fue una intención desde el incio?
Al poco tiempo de empezar me di cuenta que no le aportaba nada al documental construir los perfiles de cada integrante. Ellos se disfrazan para tocar, sus presentaciones son muy performáticas, y retratarlos en su cotidianeidad hubiera sido desastroso, como quitarles el velo de misterio, como llevarlos al plano terrenal. Quería que cuando termine la película el espectador dude de todo lo que vio, si fue todo una farsa, que quizá lo fue. Preferí que Curuzú Cuatiá y otros entrevistados hablen por ellos, y que sus participaciones sean las justas y necesarias para mantener ese enigma, a cuentagotas. Me sirvió mucho, por ejemplo, usar los audios de Radio Síquica, su programa radial, porque no sabés quién de ellos está hablando, pero sin embargo construyen “un estado”. Me acuerdo que en varios Encuentros de Work in Progress, camino obligado de cualquier realizador o realizadora, miraban con desdén el proyecto y me repetían “en el documental de creación es muy importante construir el perfil de los personajes”. Bueno, en este no.


Cuando viajás a Curuzú, vas de algún modo a completar la historia con los testimonios de quienes conocen y quienes no conocen a Los Síquicos litoraleños. ¿Con qué te encontraste al momento de hacer las entrevistas? ¿Cómo fue ese proceso?
Retratar Curuzú Cuatiá, su particular universo social, era importantísimo para el documental. Curuzú tiene una historia muy peculiar. Fue un pueblo fundado por el mismísimo Manuel Belgrano en 1810 y es cuna indiscutible de músicos chamameceros, eximios estandartes de la música popular como Tarragó Ros, Edgar Estigarribia, los hermanos Güenaga. Entonces la pregunta era qué tiene Curuzú Cuatiá, de donde salen tantos músicos increíbles. Afortunadamente aparecieron varias teorías, algunas más conservadoras, otras más descabelladas, como la calidad del agua del arroyo Sarandí, la que relaciona el chamamé con los chamanes guaraníes, los avistajes ovnis sobre las reservas de agua, o hasta los cucumelos que crecen en sus praderas. Creo que no es casualidad de que de aquí también hayan salido Los Síquicos, que mamaron el chamamé desde chicos, pero decidieron (concientemente o no) llevarlo hacia otro lugar, hacerlo más extraño, que sin dudas lo enriquece.


Hay una mirada estética muy clara, utilizando el archivo pero también creando desde planos que nos hacen introducir en viaje psicotrópico a través de una intriga de guión con los instrumentos perdidos en el campo. ¿Cómo trabajaste esto?
La película se escribió y se reescribió cientos de veces, pero el enigma de los instrumentos perdidos está desde el primer tratamiento. Junto al montajista Federico Casoni, nos llevó un buen tiempo encontrar la película en la isla de edición, ya que particularmente tenía más en claro qué era lo que no quería hacer, que lo que quería hacer. No quería hacer una película larga, no quería hacer un documental de entrevistas, no quería hacer el perfil de cada músico. Pero por sobre todo no quería hacer un documental contemplativo, dejar a una vaca que pase despacito de izquierda a derecha del plano. Creo que es una mirada muy porteña sobre las provincias. Si aparece una vaca es porque de su bosta crecen los cucumelos. Entonces esas cosas fueron definiendo el ritmo de la película, así como un viaje psicotrópico, que creo es como una melodía de Los Síquicos, por momentos, descansa en un arroyo y por momentos es un collage frenético.


El documental indaga en el contraste entre el Chamamé clásico (religioso, patriota, costumbrista) con el Chamamé psicodélico o la Chipadelia de la banda. A su vez, muestra que Curuzú y la región son un semillero, de donde también surgieron Guauchos y Los Saltimbankis, por ejemplo. ¿Era un punto de partida, charlado con ellos, o fue surgiendo de la investigación?
Algo muy rico de los 9 años que transcurrieron desde que empecé a hacer el documental hasta que lo terminé, fueron todas las historias que aparecieron ante mi cámara. Comencé a descubrir que la música de los Síquicos empezaba a tener eco en los lugares más recónditos del planeta, así como las esporas de un hongo que viajan lentas pero seguras. No sólo los invitaron varias veces a Europa, sino, por ejemplo, les editaron un vinilo en coproducción entre El Líbano y Estados Unidos, algo que no logró ni la ONU, y que al mismo tiempo se vende en Amazon Japón. Un disparate total. Pero lo que más me entusiasmó es la escena musical que generaron, no sólo en su Curuzú natal, donde los gurises que los escuchaban tocar comenzaron años después a hacer una música fascinante, sino también en su región, el NEA, donde hoy por hoy creo que se hace la mejor música del país, no olvidándose nunca de su raíz folklórica.


¿Cómo fue financiado el documental?
Al comienzo fue financiado por mí, por supuesto. En ese momento trabajaba en relación de dependencia para una productora en Buenos Aires, y tenía algo de dinero para viajar a Curuzú, acompañarlos a Europa. Cuando volví a vivir a Salta en 2010 todo cambió. Para terminar la película sí o sí necesitaba financiación, sino los minidvs iban a morir en un baúl. Hice un trailer y en 2013 me presenté al Concurso Federal de Desarrollo de Proyectos de Largometraje “Raymundo Gleyzer”, organizado por el INCAA, el cual fue una hermosa experiencia recibiendo devoluciones de grosos como Celina Murga, Diego Lerman o Leonel D´Agostino, a los que les entusiasmó mucho el proyecto. Gané por el NOA, y un año después obtuve el crédito del INCAA. También obtuve el Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural de la Provincia de Salta, que fue fundamental para poder terminarla.


¿Qué significa estar en Mar del Plata con tu primer largometraje y después de tantos años de trabajo?
Uf, en primer lugar es un gran alivio haber terminado la película después de tanto tiempo. Me siento felizmente liviano. Hubo momentos en que creía que no la iba a terminar. También debo agradecer a Juan Pablo Di Bitonto y Hernán Luna, productores de Carbono Films, que siempre confiaron en el proyecto y empujaron la carreta. Estar en Mar del Plata es un sueño, no se me ocurre mejor puntapié para una peli tan chiquita, hecha con corazón y tripas. Ya participé con un cortometraje, que duraba 5 minutos, ahora son 80 minutos que tengo que entretener a la gente. Espero que guste y hacer contactos para exhibirla en otros festivales.


¿Cómo ves el panorama del cine nacional?
La verdad es que está muy peluda la situación. Si las productoras de Buenos Aires están cerrando, imaginate cómo estamos en las provincias, donde los proyectos son muchos menos, y no contamos con las herramientas para desarrollarlos. Pero tengo más dudas que certezas, la verdad, porque para empezar no sé cómo se hace para vivir del cine sin endeudarse. Ir a Mercados Internacionales y esperar que a alguien le interese tu proyecto y ponga dinero. No sé, a mí no me resultó ese camino, y creo que es el camino que el INCAA quiere imponer, en el que van a desaparecer estos pequeños films independientes. También hay un gran problema con la exhibición de cine, que hace un tiempo vengo pensando teniendo en cuenta que tengo mi primera película recién salida del horno, en la que invertí mucho tiempo y cabeza no sólo en la imagen, sino también en el sonido, con una mezcla increíble comandada por José Caldararo y Roberto Migone. Entonces, ¿cómo hago para que la gente la vea y la escuche en buenas condiciones? Acá en el norte no hay buenas salas, más allá de las multipantallas cuyo objetivo es otro y creo que no tiene sentido querer entrar ahí, porque para empezar no sos bienvenido. Creo que CINE.AR es una gran alternativa para ver cine argentino, es un gran acierto del INCAA, pero por otro lado uno hace una película para disfrutarla en una sala.


¿En qué proyectos te encontrás trabajando ahora?
Estoy escribiendo mi segunda película, una comedia sobre gente que se queda sin trabajo y se va a buscar oro clandestinamente a la Puna. Espero que no tarde otros 9 años para concretarla.


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Antonella Defranza
para Revista Caligari
caligari.com.ar

martes, 30 de octubre de 2018

ENCANDILAN LUCES, selección oficial 33º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata


Aquellxs que me conocen hace un tiempo, saben hace cuánto vengo con mi primera película. Todo comenzó allá por el 2005, cuando vi en vivo una banda de chamamé experimental de Curuzú Cuatiá, Corrientes, llamada Los Síquicos Litoraleños en su primera fecha en Buenos Aires. Por una de esas casualidades del destino, yo estaba ahí. Nunca había escuchado algo así, fue una noche que marcó mi vida.
Cuatro años después los invitan todo pago a realizar su primera gira, que resultó ser por Europa. ¿Y yo qué hice? Vendí mi auto, me compré una cámara, un pasaje y los acompañé. Ese fue el puntapié de esta aventura.
Y hoy, me estalla el corazón de alegría al contarles que ha sido seleccionada en Competencia Banda de Sonido Original del 33º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Se estrena el 14 de noviembre!
Gracias Gauchito Gil!

lunes, 25 de junio de 2018

jueves, 26 de abril de 2018

lunes, 2 de abril de 2018

domingo, 4 de marzo de 2018

lunes, 17 de julio de 2017

martes, 17 de noviembre de 2015

"El Chamamé Sideral de Los Síquicos Litoraleños" por Jorge Luis Fernández

Mientras la producción de un documental sobre su cósmica existencia entra en la fase final, Los Síquicos Litoraleños, grupo correntino de psicodelia y otras yerbas, faro de la actual movida del noreste que lideran Guauchos y el sello Mamboretá, vuelve a presentarse en Buenos Aires tras cuatro años de hermetismo.
Los Síquicos Litoraleños se formaron hace once años en Curuzú Cuatiá. Con nombres de fantasía, un extravagante look de gafas, ponchos y sombreros mexicanos, e influencias musicales de arcana procedencia (Sun Ra, Captain Beefheart, Sun City Girls, Lee Perry), el cuarteto (ahora sexteto) integrado por Nicola Kokote, Nutria Rocha, Extraterrestre y Kuku Mente no halló, previsiblemente, cabida en el circuito local. Pero su mezcla de avant-rock, cumbia, dub jamaiquino y chamamé sorprendió a personalidades del rock experimental, como el norteamericano Alan Bishop, y los miembros de Guauchos reconocen la influencia del grupo.
"No era fácil conseguir fechas y terminábamos tocando con un generador eléctrico en el parque Martín Fierro, o en festejos como el aniversario de la ciudad”, se ríe Nicola. “Partimos de no tocar rock o blues, porque ya habíamos pasado por eso, y además estábamos enganchados con el tema ovnis y percepciones estroboscópicas. Cuando salíamos en bicicleta, nos gustaba oír el bajo de las cumbias a varias cuadras de distancia.” Todo eso suena extraño, pero el músico aclara que “el chamamé más rústico, la cumbia y los hongos psicodélicos son una conexión que siempre estuvo presente en Curuzú Cuatiá.”
Los Síquicos arrancaron con una página de MySpace para transmutar neuronas en la aldea digital. En 2007, el holandés Sacha Roth, curador del instituto WORM de Rotterdam, los invitó a participar de un festival vía streaming y el grupo ofreció un set entre los pastizales del Martín Fierro, profiriendo gritos chamánicos y proyectando imágenes de ganado y extraterrestres en una pantalla (las imágenes, proyectadas con un estroboscopio, son un número fijo de los shows).
Tras editar tres CDr y una selección de improvisaciones compilada en la serie Rancho Rocha Tapes, en 2009 los Síquicos visitaron los Países Bajos y en 2010 siguió una gira extensa que incluyó fechas en Alemania y España, con la participación de Dick El Demasiado (pionero de la cumbia tecno y gran admirador de la banda). “Fueron dos tours intensos”, cuenta Kokote. “Tocamos en todas partes, desde el mítico club Paradiso de Ámsterdam hasta los bares más recónditos. También abrimos el Festival Chico Trópico, en Madrid.”
El año pasado el sello estadounidense Sham Palace, en colaboración con el sello libanés Annihaya Records, lanzó la primera producción internacional de Los Síquicos. Editado en CD y vinilo, Sonido Chipadélico ofrece una versión remasterizada de los mejores momentos de A pleno ritmo sideral!! (2005), Mas allá de la siesta psíquica (2007) yAbducción Nacional y Popular (2010). Bailes ralentizados, cumbias adulteradas, ragas hundidas en efectos y el himno psicodélico que el cono sur esperaba: “Cinta planetaria”.
Alan Bishop, dedicado ahora a rescatar la World Music más cruda, definió a los Síquicos como “la expresión más relevante y moderna del legado de tropicalismo, cumbia, chicha y psicodelia sudamericana.” Si alguna constelación lo permite, también serán profetas en su tierra.


FUENTE: Esculpiendo Milagros 

ACLARACIÓN: esta nota iba a salir en el diario La Nación el 6 de noviembre de 2015, día de la presentación de Los Síquicos Litoraleños en el Centro Cultural de la Cooperación. Por alguna extraña razón, a pesar de que la nota estaba escrita y pagada, el editor de ese diario decidió no publicarla.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Los Síquicos en vivo en el CC de la Cooperación

La psicotropía litoraleña en pleno oficio.

sábado, 31 de octubre de 2015

06/10/15

Luego de un largo tiempo fuera de los escenarios, Los Síquicos Litoraleños vuelven a tocar en la ciudad de Buenos Aires. Chamamadelia, ruidismo, usted sabe.



jueves, 10 de septiembre de 2015

"Salgan al Sol, avant-rock en la Argentina del Siglo XXI"


"And if there´s a song that´s more tipsy-sounding than "Sirena Chunga y La Movida Solar" by Los Siquicos Litoraleños, then I´d like to hear it. The group seem to stagger from one (musical) bar to the next , kicking over dustbins, hammering on doors, a troupe of kazoo-tooting monkeys folowing in their wake".
(Y si hay un tema que suene mas entonado que "Sirena Chunga y La Movida Solar" por Los Siquicos Litoraleños, entonces me gustaria escucharlo. El grupo parece tambalearse de un compas musical al proximo, pateando tachos de basura, martillando puertas, una tropilla de monos recien levantados tocando kazoos como bocinas)
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Reseña del disco "Salgan al sol "Avant-rock en la Argentina del siglo XXI" del sello Buh Records publicada en The Wire: Adventures In Modern Music-en el que Los Síquicos Litoraleños aparecen con otras luminarias locales de hoy, ayer y de siempre.

martes, 8 de septiembre de 2015

Nuevo disco de EL ENTRATERRESTRE


Chamigos y chamigas, por estos días EL ENTRATERRESTRE, miembro de Los Síquicos Litoraleños confinado en el extremo sur del país, saca su nuevo disco titulado "La Pantalla es Omnicida".
Una genialidad que pueden escuchar haciendo click AQUI

lunes, 15 de diciembre de 2014